CHATUCHACK

De vuelta a Bangkok y siendo fin de semana, decidimos darnos una vuelta por uno de los mercados más grandes del mundo. Es un mercado de esos, de ver para creer. Desde ropa de segunda mano hasta cachorros de perro y ratones, uno puede encontrar de todo. Y lo mejor de todo, los precios. Sin darnos cuenta estuvimos todo el día curioseando.

LA ÚLTIMA Y NOS VAMOS. KOH TAO

Con una llegada inolvidable, 20 kg en los hombros y con subidas y bajadas de infarto dónde pusimos a prueba nuestras piernas, conseguimos llegar al tan esperado paraíso prometido. Y sólo decir que el esfuerzo valió la pena. Bungalow rodeado de palmeras, arena blanca, mar cristalino y el retumbar de las olas estrellándose contra las rocas. Vamos, como para pensarse dos veces el volver a casa.

La aventura prosiguió visitando la isla vecina de 'Nang Yuan', dónde pasamos 30 minutos surfeando grandes olas subidos en un long boat para ver como las sombrillas volaban ante una tormenta que nos cayó al llegar. Eso si, pudimos hacer snorkel y ver miles de peces de colores por lo que el esfuerzo de nuevo valió la pena.

KOH PHA NGAN SIN LUNA

 

O más conocida por la 'full moon party', esconde también lugares dónde uno puede realmente desaparecer de la faz. Y eso hicimos, aunque sólo por un par de días.

En un bungalow a primera línea de mar, disfrutamos de la tranquilidad que ofrece el norte de la isla. Con el espíritu aventurero que nos caracteriza, decidimos visitar una playa escondida, la 'bottle beach', de acceso sólo por mar o siguiendo un camino a través de la jungla, señalizado con botellas. Con chanclas y a lo loco, la recompensa valió la pena.

DEL MAR DE ANDAMÁN AL GOLFO DE TAILANDIA

Si tuvieras enfrente de ti miles de opciones a dónde ir, donde la única promesa son playas increíbles, ¿Cuál escogerías?… Pues nosotros decidimos equilibrar un poquito y nos fuimos 'pal otro lao'. Llegamos a Koh Samui, nos motorizamos y recorrimos la isla de norte a sur y de este a oeste. Entre cascadas, trekkings, comida de mercado y algún que otro elefantito, pasamos tres días a tope.

KO PHI PHI, DE PELÍCULA

 

Fotogénica como ninguna, Ko Phi Phi cuenta con una de las playas más bonitas del mundo, la 'Maya Bay'. Y nada que decir ante eso, ya que pudimos confirmar lo que la película de Leo nos hizo soñar en su momento. Aventuras mochileras de rollo playero rodeados de paisajes de película.

DEL NORTE AL SUR

De las montañas a la playa, Railay nos dio la bienvenida. Fue la primera de la lista, conocida por sus paredes escarpadas, la isla nos sacó un 'oh!' de entrada.

La aventura no se hizo esperar. La playa dónde teníamos el bungalow sólo era accesible por mar o por un camino a través de la jungla, imposible de subir con nuestros 20 kilos de equipaje. Así que no nos quedó otra que esperar a que la marea bajase, dejando libre el paso de una playa a otra, como muy bien nos había informado una viejita desdentada.

'Phra nang beach' fue una de las playas que nos sacó el segundo 'oh!' de la estancia en esta isla.

MITOLOGÍA BLANCA

Como salido de un cuento mitológico, el 'Wat Rong Khun' o templo blanco de Chiang Rai no nos dejó indiferentes. Sobretodo los detalles freaks de sus murales interiores, dónde aparecían personajes tales como Doraemon, Angry Bird, Michael Jackson o Arale compartiendo espacio con Buda. Ver para creer.

MÁS AL NORTE

 

Después de pasar algunos días en Chiang Mai y siendo leales a la idea de buscar sitios más auténticos alejándonos un poco de las típicas rutas turísticas, llegamos a Mae Salong.
 

Ya han pasado algunos días desde nuestra estancia ahí y hemos leído que en Tailandia el autostop no es, ni muy conocido ni muy recomendado, pero así fue como llegamos, después de negarnos a pagar 600 baht por una sorng·ata·ous para nosotros solos.
 

Doi Mae Salong es un poblado muy al norte de Tailandia, casi frontera con Myanmar. Al ser algunos de sus habitantes exiliados de la vecina China, letreros chinos y tailandeses conviven en un mismo lugar.
 

Caminar entre plantaciones de té, respirar aire con olor a jazmín y subir y bajar por caminos de montaña con paisajes espectaculares, eso es lo que fue Mae Salong.

CHIANG MAI

Con la idea de conocer el norte y disfrutar de sus montañas, llegamos a Chiang Mai después de 6 horas de autobús. Siendo tierra de elefantes, no pudimos evitar la tentación y haciendo buen uso de nuestra calidad como turista, decidimos pasar un ratito con semejante animal. 

Por el camino, tuvimos también la oportunidad de conocer a varias etnias, como las 'Mon', 'Akha' o las 'mujeres jirafa'.

EN BICICLETA

Pasear por el parque de Sukhothai a lomos de una bicicleta es una de esas experiencias que marcan. Un sinfín de Budas te miran y te sonrien, mientras tu haces lo mismo con la naturaleza que te rodea.

Al ir motorizados, nos permitimos el lujo de salirnos del recinto e investigar los alrededores, viendo que el 'animismo' es una práctica habitual en esta región. Alla dónde mirabas, aparecía el altar de rigor, con detalles asombrosos de figuritas de animales y de colores muy vivos. 

ENTRE BUDAS Y ELEFANTES

 

Dejamos Bangkok un poco atrás para visitar el Reino de Ayutthaya, una de las dos antiguas capitales del país, dando por iniciada la ruta de los templos. Siguiendo el consejo de nuestra inseparable amiga 'la Lonely' unos deliciosos fideos en el Lung Lek nos dieron la bienvenida.

Ready para la acción, nos dirigimos a 'templear' un rato, dónde nos sorprendieron varias imágenes de Buda en un entorno natural. Paseando entre templos y campos verdes pudimos ver los llamados taxis elefantes montados por sus mahouts que, aunque le dan un toque especial a la ciudad, es una pena verlos dando sólo meros paseos a los turistas.