Llegamos temprano a la estación de Hiroshima, dónde decidimos visitar el monumento de la paz antes de proseguir nuestro viaje a Miyajima. Conocida también como la cúpula de la bomba atómica, el edifico en ruinas es un recuerdo de lo que pasó un 6 de agosto de 1945 y un símbolo de esperanza para la paz mundial. Aprovechamos también para visitar su museo, situado a poca distancia del lugar.
Proseguimos nuestro viaje dirección sur con un tren local hasta Miyajimaguchi dónde, tras un breve trayecto con el ferry, llegamos a la isla de Miyajima. Su gran Torii flotante, símbolo por excelencia de la isla, nos dio la bienvenida. Decidimos perdernos por todos los rincones de la isla admirando sus santuarios y templos, mientras los ciervos, que campaban a sus anchas, iban y venían pidiendo comida. Probamos también una de las especialidades de la isla: las ostras.
Ya al día siguiente y después de un desayuno estilo japonés, decidimos hacer una excursión al monte Misen por la ruta del Daisho-in. Con unas vistas fantásticas sobre el mar interior, atravesamos bosques y algún que otro santuario hasta llegar a la cima, unas dos horas después.