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domingo, 4 de octubre de 2015

NIKKO









A poco más de una hora en tren desde Tokyo y situado entre las montañas, Nikko es uno de esos lugares dónde parece que se ha detenido el tiempo.

Llegamos temprano a la estación, dónde una versión del señor Miyagi pasó a recogernos. Esa noche íbamos a dormir en su casa, nuestro primer Minshuku del viaje. Después de dejar nuestras mochilas, nos dirigimos hacia la zona de los templos.

El puente rojo de Shin-kyo era el punto de partida, dónde la ruta se adentraba a la montaña. El Toshu-Gu, Rinno-Ji y Futarasan iban apareciendo envueltos en un paisaje increíble, a través de una vegetación densa y árboles milenarios. La fina lluvia que caía ese día, le daba el toque místico.

Ya por la tarde, decidimos hacer una corta excursión al abismo de Kanmangafuchi, dónde íbamos andando por el sendero bajo la atenta mirada de las estatuas de Jizo.

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